No me cabe duda de que hay artistas que se enamoran de sí mismos . Otros, en plan Pigmalión , se enamoran de sus obras. Algo así ha debido pasarles a los creadores de Happy Feet , un musical de animación de excelente factura, no hay duda, que fui a ver este fin de semana con los niños animado por los trailers que un amigo puso en su blog . Es una película técnicamente impecable, la música está escogida con gran criterio, la animación es impresionante. Han mostrado una habilidad fuera de lo común para conseguir pingüinos bailando que siguen teniendo movimientos de pingüino y los detalles (como los desplazamientos de la nieve bajo las patas de los animalejos) están cuidados con primor. Pero le sobra media hora de metraje y le falta consistencia al guión. Creo que los autores se animaron con su propia habilidad. Se enamoraron de su trabajo y no le vieron defecto alguno. O, mejor aún, se enamoraron de sí mismos -como Narciso - al verse reflejandos en el espejo de su propia obra y se negaro
"La ideología es una camisa de fuerza que impide el fluir del libre pensamiento" (Américo Castro)