Ha sido una de las miniseries de más éxito de los últimos tiempos. Gambito de Dama cuenta la historia de Beth Harmon, una jugadora de ajedrez dotada de un talento extraordinario que inicia una carrera imparable en los años 50 y 60 del siglo pasado y, pese a algunos traspiés debidos más al alcohol y las drogas que al buen hacer de sus oponentes, se va imponiendo en todos los torneos y competiciones hasta que consigue derrotar nada menos que al campeón del mundo, un impecable y elegante Gran Maestro soviético llamado Borgov.
Pero no, la sonrisa de Borgov al reconocer la victoria de su oponente no es realista. A pesar de que la serie está muy bien documentada y [nimios detalles aparte] refleja bastante bien el mundillo del ajedrez, hay un aspecto en el que peca de inocente. En la machista sociedad de mediados del siglo pasado, muchos jugadores, incluyendo sus compatriotas estadounidenses, no habrían aceptado con tanto donaire y cortesía la derrota. Yo creo que una Beth Harmon se habría encontrado con un entorno mucho más hostil que el que se muestra en la serie.
Hou Yifan |
Para romper este desequilibrio
una de las muchas cosas que hacen falta son referentes. Sin duda Beth Harmon y
Gambito de Dama nos ofrecen uno, pero lamentablemente es de mentirijillas, así
que corresponde preguntarse qué grandes ejemplos femeninos reales hay en este
juego y tratar de descubrir sus historias. Y por supuesto que hay ejemplos,
¡vaya si los hay!
Antes de las hermanas Polgar hay
otros dos referentes muy significativos. El primero es la jugadora georgiana Nona Graprindashvili, que brilló
en los años 60 y 70 y que fue la primera mujer en obtener el título oficial de
Gran Maestro. Hay una anécdota que ilustra muy bien lo que es jugar en un
entorno machista. Nona se enfrentaba a uno de los mejores jugadores de aquellos
años, el inmenso Mikhail Tal. En un momento dado, la
georgiana empezó a tener serios apuros de tiempo, y el buenazo de Tal, no
pudiendo evitar cierta actitud protectora y paternalista hacia la jugadora,
“olvidó” presionar su propio reloj en un par de ocasiones, regalándole segundos
y minutos de reflexión. Nona levantó la cabeza, le miró a los ojos y le dijo:
“si vuelves a hacer eso, abandono inmediatamente”. No, una campeona no acepta
concesiones (**). Con sus actuales 80 años de edad, sigue en activo, participando en competiciones.
Nona Graprindashvili |
El segundo referente es su sucesora, la también georgiana Maia Chiburdanidze. También obtuvo título de Gran Maestro y tampoco se conformó con participar en competiciones femeninas. En su época de esplendor, en los años 80, compitió con éxito en muchos torneos absolutos, quedando siempre en buenas posiciones y ganando algunos de ellos. En su día, Maia fue la primera mujer en ingresar en la lista de los 100 primeros jugadores del mundo.
Maia Chiburdanidze |
El Club Vera Menchik
Vera no se conformó con
participar en campeonatos femeninos y arrasar en ellos, sino que también
participó en competiciones contra los mejores jugadores hombres de aquellos
años. Su debut en estas lides se produjo en el Torneo de Carsbald de 1929.
Participantes en el Torneo de Carsbald, 1929
Vera no realizó un gran torneo y
quedó en última posición. Pero fue meritorio que fuese invitada y que aceptase
participar, puesto que se encontró con la abierta hostilidad de muchos de los
jugadores, quienes debían considerar casi ofensivo tener que enfrentarse a una
mujer. Varios de ellos protestaron por la participación de Vera y uno, el
austriaco Albert Becker quiso
ridiculizar su participación con una ocurrencia machista. Becker propuso la
creación de un club masculino, el Club Vera Menchik, en el que solo entrarían los jugadores [hombres] que fuesen derrotados en
torneos por nuestra campeona.
El destino produce a veces
resultados de justicia poética. Becker fue derrotado por Vera Menchik en el
mismo torneo de Carsbald y le cupo el honor de ser el primer miembro de este
club ficticio (muchos le consideran, de hecho, su presidente). Por el resto de
su carrera, Becker es hoy en día un perfecto e irrelevante desconocido.
A lo largo de los años, otros
muchos jugadores de relieve ingresaron en este selecto club. Entre ellos cabe
mencionar a Max Euwe (que fue
campeón mundial entre 1935 y 1937) y otros nombres muy destacados como Samuel Reshevsky (uno de los niños prodigio de la historia del ajedrez) o Harry Golombek (un
tipo lo bastante listo como para formar parte del equipo que rompió los códigos
de la máquina de cifrado alemana Enigma durante la Segunda Guerra Mundial). En esta página web han recopilado hasta 41 nombres de
maestros derrotados por Menchik.
Nuestra protagonista murió durante la Segunda Guerra Mundial con tan solo 38 años de edad. Quizá con más tiempo nos hubiese mostrado otros muchos éxitos. En todo caso, le corresponde el honor de haber sido la primera mujer que compitió en la élite del ajedrez mundial.
Una cuestión de principios
Dejo para el final la que es, a
mi parecer, una de las mejores historias del ajedrez femenino reciente. Se
trata de un caso que voy a personificar en las hermanas ucranianas Mariya y Anna Muzychuk, aunque otras jugadoras también
participaron en este acto de rebeldía. No se trata de resultados deportivos,
sino de la actitud y los principios.
Las dos hermanas dominaron los
tableros en las competiciones femeninas entre 2015 y 2017, disputándose los
títulos con las emergentes jugadoras chinas. Uno de los problemas del ajedrez,
y más acuciante aún en el femenino, es que no abundan los patrocinadores y, por
lo tanto, hay poco dinero. Para una jugadora de relieve, renunciar a la
posibilidad de un premio es, por lo tanto, una decisión grave.
Su hermana Anna sí que compitió
en aquella ocasión, pero se lo debió pensar bien para la siguiente oportunidad.
Ese mismo año se celebró en Riad, Arabia Saudí, el campeonato mundial de
ajedrez rápido (menos de media hora por jugador) y relámpago (menos de 5
minutos), tanto en la categoría femenina como absoluta.
Anna Muzychuk era la campeona
mundial en ambas modalidades y, a pesar de que su decisión conllevaba perder
ambos títulos (y la posibilidad de obtener un razonable premio en metálico), optó por no participar a modo de protesta por la
consideración que en Arabia Saudí se tiene hacia las mujeres.
En la imagen, el post de Facebook en el que anunciaba su decisión.
La cuestión es más bien de
principios: reivindicar para la mujer el puesto que le corresponde en la
sociedad. Ni más, ni menos.
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(*) En ajedrez no existen
competiciones masculinas propiamente dichas, sino femeninas y absolutas. Cualquier
mujer puede competir por el campeonato mundial absoluto, que en la actualidad
ostenta Magnus Carlsen, pero los hombres no pueden competir en los femeninos.
El título de Gran Maestro (realmente Gran Maestro Internacional) es un título
vitalicio, es el máximo reconocimiento que otorga la Federación Internacional y
se obtiene en función de resultados deportivos concretos. Existe un título de
Gran Maestra específico para mujeres, pero el obtenido por Nona
Graprindashvili, Maia Chiburdanidze, Zsuzsa Polgar, Judit Polgar y otras
jugadoras posteriores es absoluto.
(**) La anécdota la cuenta el
propio Mikhail Tal en su divertidísima autobiografía Al Ataque
(***) Realmente Vera llegó a
competir con tres nacionalidades diferentes, la rusa, la checa y la británica.
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