Mirar y leer los periódicos con una visión crítica y algo de curiosidad en estos
días es un sano ejercicio. A poco que te esmeres y observes un par de portadas
digitales, te das cuenta de que tu mundo, ese mundo que conocías y en el que te
sentías seguro, está patas arriba. Y así, titulares que hace apenas unas
semanas habrían sido inverosímiles, hoy se convierten en algo habitual.
Hoy hemos visto cosas como que la
directora de la agencia española del medicamento intentó saltarse el
confinamiento para ir a pasar unos días con su familia a Galicia. Así,
porque ella lo vale, porque es una empleada esencial, consideró que eso
significaba que podía moverse con toda libertad por donde quisiera. Pero la policía
no se anda con tonterías, al igual que el “usted
no sabe con quién está hablando” no le sirvió de nada a Esperanza Aguirre
cuando dejó su coche en el carril bus para ir de compras, a esta señora ser un
cargo público tampoco le ha servido de excusa.
Hace unos días leí también un titular que me dejó medio perplejo: un
tigre dio positivo por coronavirus en Nueva York. Y no fue el único, todos
los animales de su recinto (creo que siete en total), fueron diagnosticados. No
sé qué me sorprendió más, si el hecho de que sospechasen del tema por la tos
seca de los animales o que invirtiesen los preciados tests en comprobarlo. En
todo caso, parece que fueron contagiados por un cuidador asintomático, siendo
el primer caso conocido de contagio de seres humanos a animales salvajes en
cautividad.
Hablando de tests y de su escasez. Algunas
farmacias los están haciendo de modo clandestino, cuando se supone que no
está permitida la venta privada de estos tests, puesto que el Estado se ha reservado
el derecho a decidir las prioridades. Por un momento me he imaginado las
trastiendas de las farmacias como los garitos de juego o venta de alcohol
ilegal en el Estados Unidos de los gánsteres.
Otra noticia curiosa es la del tipo que, en 2005, quiso publicar
un libro titulado “Lockdown” en el que la trama principal se desarrollaba en un
Londres confinado a causa de una pandemia. Los editores lo
rechazaron, aparentemente, por ser demasiado irreal, una distopía totalmente
ilógica. Al libro no le faltaban detalles claramente exagerados como las calles
desiertas o el hecho de que el primer ministro tuviese que ser hospitalizado.
Hay diversidad de criterios sobre lo que se considera una actividad
esencial en cada país. En Estados Unidos, y particularmente en Florida, el
golf sí que tiene esta consideración. En España, en Castilla la Mancha, han
optado por declarar necesaria la caza. Que vale que hay sobrepoblación de
conejos, pero también es curioso que se consideren necesarias las actividades
que practican las élites. Los cotos de caza que se beneficiarán de la medida
pertenecen a familias de rancio abolengo. [Actualización. Me han hecho notar que muchos cotos de caza son municipales y los usan vecinos de toda condición. Por lo tanto, no es una medida tan elitista como yo pensaba. Disculpen mi desconocimiento sobre el mundo de la caza]
Pero de entre todas las noticias de estos días, destaco una que,
efectivamente, pone de manifiesto que nuestro mundo está al revés: El
crudo entra en negativo: los inversores cobran por quedarse los barriles.
Así, como lo oyen (o como lo leen). No es que el petróleo esté barato, es que
te pagan por quedártelo. En el foro de periodistas de Whatsapp en el que
participo nos preguntábamos si esto se acabaría trasladando al precio
minorista, y si nos pagarían por llenar el depósito de gasolina. Parece que no,
el litro de gasolina de 95 sigue estando a 1,09 euros. El descenso de precios
ha sido importante (se ha llegado a pagar a 1,42) pero todavía no nos pagan por
repostar.
Bien mirado, la prensa nos sigue ofreciendo no solo información, sino una
gran cantidad de entretenimiento y material para la reflexión. No dejen de leer
con espíritu crítico.
Les doy las buenas noches a todos, aprovechando que no hay novedad en el frente.
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