Hoy voy a escribir poco, pues me he encontrado con noticias que me han
puesto de mal humor, y no es cuestión de regodearse en ello.
Es cierto que las situaciones críticas sacan lo peor y lo mejor de las
personas. En el mes que llevamos confinados hemos visto de todo. En el haber,
hemos encontrado iniciativas solidarias de todo tipo, gente entusiasmada en los
balcones y en las ventanas, empresas haciendo donaciones generosas o poniendo
en marcha proyectos para dotar a los hospitales de equipamiento necesario. En
el debe, políticos de poco nivel echándose los trastos a la cabeza y haciendo
campaña electoral cuando no toca, descoordinación de acciones entre organismos
públicos y gente desconsiderada que ha intentado saltarse las normas de
confinamiento a su manera.
Hay incluso gente que se ha saltado la norma cinco, once, catorce veces. Y
muy justamente han acabado en los juzgados y condenados a prisión.
Una nueva ristra de mezquindades ha empezado a aparecer en estos días y me
han resultado particularmente desagradables. Me refiero a aquellos vecinos
que invitan a sanitarios que viven en sus fincas a mudarse, por temor al
contagio. Ha habido varios casos, y no solo con personal sanitario, también con
empleados de supermercados.
"Mudarse” no es una opción
viable para la mayor parte de las personas. Uno no puede decidir de la
noche a la mañana dejar su casa e irse a vivir a otro sitio. Pero además este tipo de mensajes ignoran el inmenso dolor que puede producirte llegar a tu hogar tras una jornada de
trabajo en el hospital o en el supermercado y encontrarte con una nota “invitándote
a largarte”.
Sé que el miedo es muy mal consejero para la razón y, sobre todo, para el
corazón. Pero esos sanitarios se están jugando mucho por ayudar a los demás. Y
esos empleados de supermercado también. Ellos son los más expuestos de todos y
lo hacen por vocación o por obligación ¡qué más da!
No sé qué tipo de decisiones erróneas podría llegar a tomar yo en una
situación de miedo. No soy un héroe. Pero estoy bastante seguro de que no le
pondría nunca una nota semejante a un vecino. Porque cuando acabe todo esto yo
quiero volver la vista atrás, mirarme en un espejo y no morirme de vergüenza.
Hoy, la única novedad en el frente es que nuestro pariente ha recibido el alta hospitalaria. Se está recuperando tranquilamente desde su casa.
Hoy, la única novedad en el frente es que nuestro pariente ha recibido el alta hospitalaria. Se está recuperando tranquilamente desde su casa.
Artículos anteriores de la serie:
Diario del confinamiento, día 30: El arte de leer las señales
Diario del confinamiento, día 31: La otra forma de viajar
Comentarios
Respecto a lo demás... no deja de sorprenderme la bajeza moral que el ser humano es capaz de alcanzar.