Leo, con enorme
interés, la carta
desde el futuro que una escritora italiana ha enviado al pueblo británico.
En ella, Francesca
Melandri, una novelista que yo no conocía, pero que es popular en Italia,
hace un relato nada dramático, pero sí realista, de lo que pueden esperar los
que acaban de iniciar sus procesos de confinamiento. Francesca lleva tres
semanas encerrada en su casa de Roma. En el norte del país, llevan cuatro. En
España vamos a completar dos semanas (este relato diario comenzó un día antes
de que el confinamiento fuese obligatorio), aunque yo llevo casi tres, porque
un resfriado me obligó a encerrarme unos días antes.
No voy a detallar
lo que cuenta esta escritora, pues una traducción automática con Google servirá
para todo aquel que no pueda leer inglés y esté interesado. Pero dado que tengo
un pequeño, pero entusiasta grupo de lectores en mi amada Argentina, sí que me
voy a permitir ofrecer algunas pinceladas de lo que se avecina.
La impresión que
tenemos aquí es que Argentina lo está haciendo bien, al menos mejor que otros.
Quizá por los enormes vínculos que tiene su población con España y con Italia,
están entendiendo la amenaza con un poco más de anticipación que el resto. Las
medidas se han empezado a tomar con un número relativamente bajo de casos. Con
un poco de suerte, y con mucha disciplina social, el impacto será menor que en
otros países. Así al menos lo deseo.
Una cosa que hay
que saber es que esto va por fases. Describo someramente las que hemos vivido
aquí: primero no nos lo creemos del todo, es una amenaza lejana que parece que
no nos va a tocar. Luego empieza el confinamiento, y circulan muchas bromas por
internet. Y hay también una explosión de canciones desde las ventanas, juegos
vecinales e iniciativas culturales y musicales. Eso sirve para aliviar la tensión,
provocar risas y generar un espíritu solidario. Y es bueno, porque nos hace
falta reír y aprender a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.
Pero todo eso
desciende después, cuando la realidad golpea. Y para eso hay que estar mentalmente
preparado. La realidad se manifiesta en hospitales desbordados y en el hecho de
que empezamos a conocer los nombres y apellidos de personas directamente
afectadas.
Yo creo que para
prepararse mentalmente hay que seguir cantando.
Cantando al sol como la cigarra, después de un año
bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra.
Este vídeo, en el
que han colaborado más de una treintena de artistas argentinos, me ha parecido
una auténtica maravilla. Forma parte de esa explosión de creatividad que va
asociada a los momentos críticos de la historia. La canción, compuesta por la
genial Maria
Elena Walsh y popularizada por la también genial Mercedes Sosa, puede y
debe ser el himno de estos tiempos de incertidumbre que nos ha tocado vivir.
Por favor, seguid
cantando.
Hoy, por fortuna,
tampoco hay novedad en el frente.
Artículos anteriores de la serie:
Comentarios