Tenemos decreto y tenemos confusión. Gente que comenta -totalmente convencida- que hoy, domingo 15 de marzo, los runners pueden salir a correr, que es una excepción al decreto y que a la prohibición de salir a correr solo entra en vigor el lunes. Recibo muchas bromas sobre el paseo con el perro y, sobre todo, sobre las peluquerías, que el decreto estatal permite abrir, pero que no sé si el Ayuntamiento o la Comunidad de Madrid han dicho que se cierren de todas formas.
Han circulado tantos memes, vídeos y audios por Whatsapp y Twitter que
literalmente no me da tiempo a seguirlos todos. Lo que más gracia me ha hecho
es el audio de la chica que sale del Mercadona partiéndose la caja de las risas.
Una cajera le iba gritando a la concurrencia: “¡que os vais a morir antes de la
hipertensión, la diabetes y el colesterol que del coronavirus… que es imposible
que comáis tanto!”
Y así, entre meme y vídeo, va discurriendo el día. Yo mato a veces el
tiempo jugando al ajedrez online y me viene a la mente el ambicioso lema de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE): “Gens
Una Sumus”: Somos Una Familia; o mejor aún: Somos Un Pueblo.Me viene a la mente por el espectacular aplauso colectivo de ayer a los
profesionales del sector sanitario en toda España. Un aplauso emotivo e
intenso, orquestado en redes sociales y Whatsapp, que ha sido respondido con
grandeza por muchos profesionales sanitarios con vídeos de agradecimiento y devolución
de aplausos (y recordándonos siempre que la mejor manera de ayudarlos es
quedándonos en casa). Un aplauso que ha sido escuchado y agradecido por los
profesionales sanitarios en Italia (allí
también organizaron su homenaje) y por el director
general de la Organización Mundial de la Salud.
Veo que somos un único pueblo cuando dos
ciudadanos chinos se acercan a regalar mascarillas y productos desinfectantes a
la policía local de Leganés, o cuando otros anónimos ciudadanos
chinos se han acercado a urgencias de un hospital para dejar un cargamento de
mascarillas y guantes (y con una amable nota en la que indican que no están
seguros de que las mascarillas sean adecuadas, que se usen solo como segunda
opción).
Veo que somos un único pueblo cuando veo los cientos de mensajes de apoyo y
solidaridad con los profesionales del comercio, de la policía, de los servicios
de limpieza y de otras tantas actividades que, de pronto, se han revelado como
esenciales.
Me siento parte del mismo pueblo que Hugh Elliot, embajador del Reino Unido
en España, que ha transmitido
con calma y serenidad a la comunidad británica en España todas las
implicaciones del Estado de Alerta, y que no se ha olvidado de dar las
gracias a los profesionales sanitarios españoles “for keeping us safe”.
Me siento parte del mismo pueblo que el presidente Emmanuel Macron, cuando
asegura que el coronavirus no tiene pasaporte, y de todos los ciudadanos
franceses que van a sufrir en las próximas semanas. Del mismo pueblo que los
británicos, con un Gobierno que apuesta por una estrategia distinta (que puede
cambiar en cualquier momento) y al que deseo tanta suerte como a todos los
demás. Del mismo pueblo que los alemanes, suizos, portugueses, argentinos,
chilenos, mexicanos, coreanos, estadounidenses…
Porque si un efecto positivo tiene el puñetero coronavirus ha sido el de
despertar una conciencia de solidaridad y colectividad, en la humanidad entera,
que yo no había visto nunca antes. Gens Una Sumus.
Y en medio de este grandioso proceso de mentalización colectiva, veo la
nota disonante de algunos políticos de tercera categoría protestando porque el
Decreto del Estado de Alerta es una intromisión en las competencias de las
autonomías.
¡Ay! ¡Si supierais lo poco que importáis en este momento! ¡Lo irrelevantes
que son vuestros comentarios y lamentos! ¡Ni siquiera en Twitter, la red de la
ira y el mal, se han metido demasiado con vosotros! La gente está demasiado
ocupada haciendo chistes y construyendo una nueva forma de ser y de entender
las relaciones humanas. Hoy sois patéticamente anacrónicos.
Vivimos una era convulsa, y cuando pase este jaleo nos vamos a encontrar un
mundo distinto. Sin duda daremos pasos atrás en la globalización, que ya estaba
siendo atacada fieramente por los populismos antes de esta crisis. Veremos levantarse
de nuevo fronteras y barreras donde no las había, y veremos a politicastros de
tres al cuarto intentando construir programas basados en la nación o la raza.
Las estrechas ideologías del pasado.
Pero seguiremos siendo una aldea global, y seguiremos siendo un único
pueblo, porque poco a poco estamos creando una mentalidad nueva.
Por lo demás, sin novedad en el frente.
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