La ilusión que he mantenido durante las primeras partidas del mundial de ajedrez que se diputa en Chennai empieza a desvanecerse. Tengo hambre de ajedrez. Hace 8 años que no juego una partida oficial y estaba tan desenganchado del juego que hace unos meses ni siquiera estaba al tanto de cómo estaba el proceso del campeonato mundial.
Pero he aquí que comienza la final, que por primera vez desde los años 20 del siglo pasado no hay un ruso jugando, que un jovenzuelo de mucho talento le está desafiando a un maestro veterano de más talento si cabe. Y yo recupero las ganas. Ganas de jugar, de ver partidas, de analizar...
Y ¿qué me encuentro? con una de las series de partidas más aburridas de la historia. Por mucho que se esfuercen los cronistas en sacar agua de las piedras y hablar de grandes combates, lo cierto es que en todas las partidas (menos la tercera) se han cambiado las damas rápidamente por miedo a medios juegos tácticos. Ambos jugadores tratan de exprimir ventajas microscópicas en posiciones muy técnicas. Y, claro, así va a ser difícil divertirse.
Hoy, por fin, se ha producido una victoria. De Carlsen, muy a mi pesar, pero muy merecida por haber jugado mejor. La partida no la considero tan gran combate como dicen algunos. El juego no ha sido más que una escaramuza de apertura, en la que el blanco queda algo mejor, cambia las damas (sí, otra vez cambian las damas, parece que Carlsen tenga feminofobia) y supera a su rival en las largas y a menudo inescrutables maniobras del final.
Carlsen ha recuperado la iniciativa en las dos últimas partidas. En las tres primeras fue claramente Anand quien manejó la batuta. Veremos qué pasa mañana. A ver si Anand es capaz de recuperar el punto perdido y la segunda mitad del encuentro se plantea algo interesante.
Con la partida de mañana llegaremos al ecuador del mundial. Y yo sigo echando de menos que se produzca alguna partida realmente vibrante. De esas que generan afición, como la segunda partida del encuentro de Sevilla, cuando Karpov avanzó su peón a e3 y dejó a Kasparov atónito durante más de una hora. O aquel movimiento Ah6 en la partida 23 que no había visto nadie y que puso a Kasparov a punto de perder el mundial. O la fantástica reacción de este último en la última partida, que le permitió mantener el título in extremis...
Al lado de aquello, lo que estamos viendo en Chennai me resulta decepcionante.
Pero he aquí que comienza la final, que por primera vez desde los años 20 del siglo pasado no hay un ruso jugando, que un jovenzuelo de mucho talento le está desafiando a un maestro veterano de más talento si cabe. Y yo recupero las ganas. Ganas de jugar, de ver partidas, de analizar...
Y ¿qué me encuentro? con una de las series de partidas más aburridas de la historia. Por mucho que se esfuercen los cronistas en sacar agua de las piedras y hablar de grandes combates, lo cierto es que en todas las partidas (menos la tercera) se han cambiado las damas rápidamente por miedo a medios juegos tácticos. Ambos jugadores tratan de exprimir ventajas microscópicas en posiciones muy técnicas. Y, claro, así va a ser difícil divertirse.
Hoy, por fin, se ha producido una victoria. De Carlsen, muy a mi pesar, pero muy merecida por haber jugado mejor. La partida no la considero tan gran combate como dicen algunos. El juego no ha sido más que una escaramuza de apertura, en la que el blanco queda algo mejor, cambia las damas (sí, otra vez cambian las damas, parece que Carlsen tenga feminofobia) y supera a su rival en las largas y a menudo inescrutables maniobras del final.
Carlsen ha recuperado la iniciativa en las dos últimas partidas. En las tres primeras fue claramente Anand quien manejó la batuta. Veremos qué pasa mañana. A ver si Anand es capaz de recuperar el punto perdido y la segunda mitad del encuentro se plantea algo interesante.
Con la partida de mañana llegaremos al ecuador del mundial. Y yo sigo echando de menos que se produzca alguna partida realmente vibrante. De esas que generan afición, como la segunda partida del encuentro de Sevilla, cuando Karpov avanzó su peón a e3 y dejó a Kasparov atónito durante más de una hora. O aquel movimiento Ah6 en la partida 23 que no había visto nadie y que puso a Kasparov a punto de perder el mundial. O la fantástica reacción de este último en la última partida, que le permitió mantener el título in extremis...
Al lado de aquello, lo que estamos viendo en Chennai me resulta decepcionante.
Comentarios
A mi me encanta, pero también llevo años sin jugar una partida que no sea frente a la puñetera CPU... pero en cualquier caso siempre desde el lado amateur... Tal vez en el próximo OpenWorld? Más que nada para verificar cómo me vuelan las piezas frente a un oponente de carne y hueso... Abrazo!