Hoy publica el diario El País un interesante artículo sobre la querella de Novartis contra la ley de patentes de la India.
Ya había comentado yo hace unos días que se trata de un tema conflictivo y que no me gustaría estar en la piel del director de comunicación de Novartis.
Me ha gustado mucho la aproximación de El País a este tema, en particular en este artículo. En vez de sumarse a la corriente fácil del periodismo de consignas (ie: todos contra la malvada multinacional que va a dejar sin medicinas a los pobres), el autor del artículo ha optado por ofrecer diversos elementos de análisis. Eso facilita, creo yo, que el lector saque sus propias conclusiones.
Lógicamente, esos elementos te permiten ver la realidad desde diferentes ángulos. Uno que no se me había ocurrido a mí en absoluto, pero que tiene mucho sentido, es que la ley de patentes de la India no garantiza que el medicamento llegue a quien lo necesita (aunque el genérico cueste 10 veces menos sigue siendo prohibitivo para la mayor parte de los habitantes del país).
De hecho, esa legislación está favoreciendo, entre otras cosas, a la industria farmacéutica india, que se puede aprovechar de los desarrollos de I+D de empresas de países desarrollados y competir con ellas, con sus propios productos, en el mercado local y en terceros mercados, sin afrontar elevados costes de investigación y desarrollo. No es mal negocio.
Por otra parte, parece ser que si hay 6.500 pacientes en la India utilizando Glivec -el medicamento en disputa- es principalmente gracias a las donaciones de Novartis y no al precio del genérico.
Pero tampoco hay que caer en la consigna contraria (ie: todos contra el malvado Gobierno indio que está favoreciendo a su industria local y jerifaltes nacionales a costa del derecho internacional y del esfuerzo inversor de terceros). Otro de los elementos de juicio que nos ofrece el artículo es que muchas industrias farmacéuticas introducen pequeñas mejoras en medicamentos que no son nuevos en absoluto con el único objetivo de prolongar artificialmente la vigencia de la patente. Esta argucia, parece ser, no se ha aplicado al caso de Glivec pero es, en gran medida, el meollo de la cuestión.
En fin, que volviendo al tema del periodismo y de la aproximación de los periodistas a determinados temas, me alegra ver que no todo es periodismo de consignas (o economía de la atención, como creo que se llama ahora) y que todavía hay hueco para ofrecer un periodismo de análisis, o al menos la posibilidad de ofrecer los elementos necesarios para que el lector intente hacer su propio análisis.
Ya hice un apunte hace algún tiempo sobre este tema: Atención vs. reflexión.
Ya había comentado yo hace unos días que se trata de un tema conflictivo y que no me gustaría estar en la piel del director de comunicación de Novartis.
Me ha gustado mucho la aproximación de El País a este tema, en particular en este artículo. En vez de sumarse a la corriente fácil del periodismo de consignas (ie: todos contra la malvada multinacional que va a dejar sin medicinas a los pobres), el autor del artículo ha optado por ofrecer diversos elementos de análisis. Eso facilita, creo yo, que el lector saque sus propias conclusiones.
Lógicamente, esos elementos te permiten ver la realidad desde diferentes ángulos. Uno que no se me había ocurrido a mí en absoluto, pero que tiene mucho sentido, es que la ley de patentes de la India no garantiza que el medicamento llegue a quien lo necesita (aunque el genérico cueste 10 veces menos sigue siendo prohibitivo para la mayor parte de los habitantes del país).
De hecho, esa legislación está favoreciendo, entre otras cosas, a la industria farmacéutica india, que se puede aprovechar de los desarrollos de I+D de empresas de países desarrollados y competir con ellas, con sus propios productos, en el mercado local y en terceros mercados, sin afrontar elevados costes de investigación y desarrollo. No es mal negocio.
Por otra parte, parece ser que si hay 6.500 pacientes en la India utilizando Glivec -el medicamento en disputa- es principalmente gracias a las donaciones de Novartis y no al precio del genérico.
Pero tampoco hay que caer en la consigna contraria (ie: todos contra el malvado Gobierno indio que está favoreciendo a su industria local y jerifaltes nacionales a costa del derecho internacional y del esfuerzo inversor de terceros). Otro de los elementos de juicio que nos ofrece el artículo es que muchas industrias farmacéuticas introducen pequeñas mejoras en medicamentos que no son nuevos en absoluto con el único objetivo de prolongar artificialmente la vigencia de la patente. Esta argucia, parece ser, no se ha aplicado al caso de Glivec pero es, en gran medida, el meollo de la cuestión.
En fin, que volviendo al tema del periodismo y de la aproximación de los periodistas a determinados temas, me alegra ver que no todo es periodismo de consignas (o economía de la atención, como creo que se llama ahora) y que todavía hay hueco para ofrecer un periodismo de análisis, o al menos la posibilidad de ofrecer los elementos necesarios para que el lector intente hacer su propio análisis.
Ya hice un apunte hace algún tiempo sobre este tema: Atención vs. reflexión.
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