Lo de adivinar el futuro ya no es cosa exclusiva de los colegas de Íker Jiménez cuyas andanzas y cualidades científicas están maravillosamente descritas aquí.
Tampoco es un trabajo reservado a los economistas, a quienes se suelen pedir cosas como que sepan de antemano lo que van a subir o bajar las acciones de una empresa, cuánto va a crecer una economía, o la futura evolución del paro. Los economistas suelen comentar, con razón, de que sus predicciones son siempre "caeteris paribus". Es decir, que si se cambian los parámetros o los datos utilizados en el modelo, la predicción se va a hacer puñetas.
En el sector de las tecnologías de la información no queremos ser menos y nos lanzamos, con cierta frecuencia, a prever el devenir de los acontecimientos.
Hoy, por ejemplo, me he encontrado a Bill Gates anunciando la futura desaparición del Mouse. El razonamiento es que este dispositivo será sustituido por métodos más naturales de interacción con el ordenador (órdenes verbales y órdenes transmitidas mediante pantallas táctiles). En algún medio de comunicación le dan tanta importancia al anuncio que consideran que el pobrecito ratón está sentenciado a muerte.
Es un planteamiento atractivo, que ya se ha hecho varias veces, por cierto. Lo novedoso ahora es que lo diga Bill Gates y por eso sale en la prensa. Pero, la verdad, tengo mis dudas respecto a que esta predicción se cumpla. Me explico. Sí creo que evolucionarán los sistemas de interacción natural con el ordenador, pero no creo que en un plazo de tiempo previsible esos nuevos sistemas vayan a sustituir a los dispositivos que utilizamos habitualmente.
Hay varios motivos para la duda. El primero de ellos es que, trabajando en oficinas donde hay otras personas delante, se formaría un lío de pelotas si todos nos lanzamos a dar órdenes verbales a nuestros ordenadores. Usando teclado y ratón, somos todos mucho más discretos.
Recientemente se han hecho otras predicciones notables. Una de ellas vaticina que Vista será el último sistema operativo lanzado por Microsoft. ¡Guau! Soy incapaz de saber si esta predicción se verá confirmada en el futuro o no. Pero un tanto audaz sí que me parece, sí.
Ha habido a lo largo de la historia del sector de las tecnologías muchas predicciones que se han ido al traste. Uno recuerda vágamente las fábulas sobre cómo los ordenadores iban a tomar conciencia de sí mismos y a dominar el mundo. Otras previsiones, como que los ordenadores jugarían al ajedrez mejor que los humanos, se han cumplido sobradamente, aunque sin dotar a los ordenadores del más mínimo atisbo de inteligencia (sólo a base de fuerza bruta).
Yo me suelo escudar en que me he dejado la bola de cristal en casa para evitar hacer predicciones de futuro, aunque de cuando en cuando se me escapa alguna.
A lo que sí me atrevo es a poner sobre la mesa un elemento que los futurólogos de nuestro sector suelen pasar por alto:
Somos animales de costumbres.
Y, por lo tanto, por mucha predicción que hagan los sabios y los gurúes sobre las posibilidades de las tecnologías, es sólo el uso masivo y continuado de los nuevos inventos lo que los convierte en una realidad social. Si alguien no me cree, que se pregunte por qué seguimos utilizando teclados QWERTY.
Tampoco es un trabajo reservado a los economistas, a quienes se suelen pedir cosas como que sepan de antemano lo que van a subir o bajar las acciones de una empresa, cuánto va a crecer una economía, o la futura evolución del paro. Los economistas suelen comentar, con razón, de que sus predicciones son siempre "caeteris paribus". Es decir, que si se cambian los parámetros o los datos utilizados en el modelo, la predicción se va a hacer puñetas.
En el sector de las tecnologías de la información no queremos ser menos y nos lanzamos, con cierta frecuencia, a prever el devenir de los acontecimientos.
Hoy, por ejemplo, me he encontrado a Bill Gates anunciando la futura desaparición del Mouse. El razonamiento es que este dispositivo será sustituido por métodos más naturales de interacción con el ordenador (órdenes verbales y órdenes transmitidas mediante pantallas táctiles). En algún medio de comunicación le dan tanta importancia al anuncio que consideran que el pobrecito ratón está sentenciado a muerte.
Es un planteamiento atractivo, que ya se ha hecho varias veces, por cierto. Lo novedoso ahora es que lo diga Bill Gates y por eso sale en la prensa. Pero, la verdad, tengo mis dudas respecto a que esta predicción se cumpla. Me explico. Sí creo que evolucionarán los sistemas de interacción natural con el ordenador, pero no creo que en un plazo de tiempo previsible esos nuevos sistemas vayan a sustituir a los dispositivos que utilizamos habitualmente.
Hay varios motivos para la duda. El primero de ellos es que, trabajando en oficinas donde hay otras personas delante, se formaría un lío de pelotas si todos nos lanzamos a dar órdenes verbales a nuestros ordenadores. Usando teclado y ratón, somos todos mucho más discretos.
Recientemente se han hecho otras predicciones notables. Una de ellas vaticina que Vista será el último sistema operativo lanzado por Microsoft. ¡Guau! Soy incapaz de saber si esta predicción se verá confirmada en el futuro o no. Pero un tanto audaz sí que me parece, sí.
Ha habido a lo largo de la historia del sector de las tecnologías muchas predicciones que se han ido al traste. Uno recuerda vágamente las fábulas sobre cómo los ordenadores iban a tomar conciencia de sí mismos y a dominar el mundo. Otras previsiones, como que los ordenadores jugarían al ajedrez mejor que los humanos, se han cumplido sobradamente, aunque sin dotar a los ordenadores del más mínimo atisbo de inteligencia (sólo a base de fuerza bruta).
Yo me suelo escudar en que me he dejado la bola de cristal en casa para evitar hacer predicciones de futuro, aunque de cuando en cuando se me escapa alguna.
A lo que sí me atrevo es a poner sobre la mesa un elemento que los futurólogos de nuestro sector suelen pasar por alto:
Somos animales de costumbres.
Y, por lo tanto, por mucha predicción que hagan los sabios y los gurúes sobre las posibilidades de las tecnologías, es sólo el uso masivo y continuado de los nuevos inventos lo que los convierte en una realidad social. Si alguien no me cree, que se pregunte por qué seguimos utilizando teclados QWERTY.
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