El País publicó ayer una interesante entrevista al Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. La entrevista, titulada; "El FMI ha perdido legitimidad política" (de pago) contiene algunas de las claves del pensamiento de Stiglitz sobre la globalización y el porqué para unos países funciona y para otros no.
La clave, de acuerdo con este economista, estaría en lo que él denomina "modelo escandinavo", que implica altos niveles de inversión en educación, investigación y tecnología y un "fuerte colchón de seguridad" (no estoy seguro de qué elementos concretos incluye en este concepto, pero entiendo que se refiere a sistemas de seguridad social y prestaciones de servicios públicos). En su opinión, varios países asiáticos, con sus variantes, han optado por este modelo con altas inversiones en tecnología y educación gracias a su impresionante acumulación de reservas. En Latinoamérica, sin embargo, tales inversiones no se han producido al no haber fuerte ahorro nacional, mientras que la liberalización/globalización sí ha funcionado en los mercados de capitales. Ello ha conducido a un crecimiento discontinuo y lleno crisis abruptas (con la excepción del caso chileno).
Lógicamente, el modelo escandinavo implica altos impuestos y un impuesto sobre la renta muy progresivo. La base del razonamiento es que, frente a la receta esencialmente liberal y conservadora (en lo económico) que considera que bajar los impuestos es poco más o menos que una receta universal para potenciar el crecimiento, el modelo escandinavo demostraría que las personas emprendedoras están más dispuestas a asumir riesgos empresariales si cuentan con un colchón de seguridad.
Stiglitz es todo un iconoclasta en los tiempos que corren. Su aproximación a la economía es prácticamente keynesiana, una corriente de pensamiento económico que no está precisamente de moda.
Me encantaría ver un buen debate entre Stiglitz y Xavier Sala-i-Martín (desgraciadamente su página está optimizada para Explorer). Sin ser un Premio Nobel -aunque sí tiene el premio Rey Juan Carlos I al mejor economista de España y Latinoamérica-, Sala-i-Martín es un profesional de gran renombre y de posturas claramente liberales y antikeynesianas. Se ha pronunciado públicamente en favor del sistema liberal anglosajón como algo mucho más eficaz que el modelo escandinavo, cuyos altos impuestos y prestaciones considera un freno al desarrollo económico.
En el caso de que alguien me pregunte mi opinión (lógicamente lastrada por el hecho de que no soy economista ni me conocen en la Fundación Nobel), creo que me inclinaría ligeramente por el lado de Stiglitz. No porque no confíe en el liberalismo y la libertad de empresa como motor fundamental del desarrollo económico -como creo que es-, sino porque hay demasiados casos en la historia económica -sudeste asiático, Argentina...- en los que la aplicación de una receta liberal sin muchos matices ha acabado en fuertes crisis (también hay que reconocer que estas crisis, de carácter fundamentalmente financiero, fueron alimentadas por el hecho de que el único aspecto donde realmente hubo liberalización fue en el movimiento de capitales y no hubo una liberalización económica real).
En todo caso, eso de que los emprendedores están más dispuestos a correr riesgos si cuentan con un colchón de seguridad, toca una tecla importante aunque discutible: ¿debe la sociedad, mediante sus impuestos, crear ese colchón de seguridad para favorecer la aparición de emprendedores? esa es, en mi opinión, una pregunta clave.
La clave, de acuerdo con este economista, estaría en lo que él denomina "modelo escandinavo", que implica altos niveles de inversión en educación, investigación y tecnología y un "fuerte colchón de seguridad" (no estoy seguro de qué elementos concretos incluye en este concepto, pero entiendo que se refiere a sistemas de seguridad social y prestaciones de servicios públicos). En su opinión, varios países asiáticos, con sus variantes, han optado por este modelo con altas inversiones en tecnología y educación gracias a su impresionante acumulación de reservas. En Latinoamérica, sin embargo, tales inversiones no se han producido al no haber fuerte ahorro nacional, mientras que la liberalización/globalización sí ha funcionado en los mercados de capitales. Ello ha conducido a un crecimiento discontinuo y lleno crisis abruptas (con la excepción del caso chileno).
Lógicamente, el modelo escandinavo implica altos impuestos y un impuesto sobre la renta muy progresivo. La base del razonamiento es que, frente a la receta esencialmente liberal y conservadora (en lo económico) que considera que bajar los impuestos es poco más o menos que una receta universal para potenciar el crecimiento, el modelo escandinavo demostraría que las personas emprendedoras están más dispuestas a asumir riesgos empresariales si cuentan con un colchón de seguridad.
Stiglitz es todo un iconoclasta en los tiempos que corren. Su aproximación a la economía es prácticamente keynesiana, una corriente de pensamiento económico que no está precisamente de moda.
Me encantaría ver un buen debate entre Stiglitz y Xavier Sala-i-Martín (desgraciadamente su página está optimizada para Explorer). Sin ser un Premio Nobel -aunque sí tiene el premio Rey Juan Carlos I al mejor economista de España y Latinoamérica-, Sala-i-Martín es un profesional de gran renombre y de posturas claramente liberales y antikeynesianas. Se ha pronunciado públicamente en favor del sistema liberal anglosajón como algo mucho más eficaz que el modelo escandinavo, cuyos altos impuestos y prestaciones considera un freno al desarrollo económico.
En el caso de que alguien me pregunte mi opinión (lógicamente lastrada por el hecho de que no soy economista ni me conocen en la Fundación Nobel), creo que me inclinaría ligeramente por el lado de Stiglitz. No porque no confíe en el liberalismo y la libertad de empresa como motor fundamental del desarrollo económico -como creo que es-, sino porque hay demasiados casos en la historia económica -sudeste asiático, Argentina...- en los que la aplicación de una receta liberal sin muchos matices ha acabado en fuertes crisis (también hay que reconocer que estas crisis, de carácter fundamentalmente financiero, fueron alimentadas por el hecho de que el único aspecto donde realmente hubo liberalización fue en el movimiento de capitales y no hubo una liberalización económica real).
En todo caso, eso de que los emprendedores están más dispuestos a correr riesgos si cuentan con un colchón de seguridad, toca una tecla importante aunque discutible: ¿debe la sociedad, mediante sus impuestos, crear ese colchón de seguridad para favorecer la aparición de emprendedores? esa es, en mi opinión, una pregunta clave.
Comentarios
Los países escandinavos se comparten la mejor educación del mundo, los menores índices de corrupción, son las sociedades más humanamente desarrolladas del mundo y sus industrias no se quedan atras.
Interesante reflexión... pero ¿seguridad y emprendedor no son antónimos? ¿qué tiene de emprendedor un emprendedor si tiene un colchón de seguridad para sus proyectos?
Pienso ahora en este país y en mi entorno... ¿no sería mejor que a nuestros hijos/amigos/vecinos/xxxxx se les inculcase el espíritu emprendedor y el valor que tiene el esfuerzo, el riesgo y la equivocación? O será mejor pensar en una oposición de funcionario... y que piensen otros!
En mi opinión, además de pensar que el estado de un buen destino para nuestros impuestos (y para eso que se limite a garantizar igualdad de oportunidades y garantizar la libre competencia), pensemos qué hacemos todos, todos los días, para estimular el espíritu emprendedor.
Saludos
Lorpuppet: no puedo estar seguro de que fórmulas del estilo keynesiano, o lo que Stiglitz denomina "modelo escandinavo", sean una respuesta universal, al igual que tampoco lo es bajar los impuestos y dejar que la mano invisible actúe sola. Como bien indicas, las diferencias culturales e históricas entre los países, los índices de corrupción, etc. son factores que alteran los efectos de cualquier tipo de política económica. Cada caso requiere un estudio particular en el que se tenga en cuenta esa diversidad y las condiciones del entorno.
En todo caso, en el mundo actual, donde resulta vital para el desarrollo económico competir en el segmento de alto valor añadido y tecnología, la inversión en educación -de forma pública o privada- debe ser considerada una prioridad.
jelopez: tienes razón en que hay una contradicción entre "seguridad y emprendedor", pero es sólo relativa. Me explico. Todo emprendedor tiene que correr ciertos riesgos y jugarse algo de su capital. Si hay un colchón de seguridad del 100%, realmente no se puede hablar de emprendedores. Pero también hay mucha gente que, ante la ausencia de cualquier tipo de paracaídas en el sistema, deja de lado cualquier proyecto empresarial y se prepara unas oposiciones. Esto es triste. A mí me gustaría tener un país de gente más audaz y en el que las inversiones empresariales no estuvieran centradas en el mundo inmobiliario (que hasta ahora se ha mostrado como la inversión más segura). Pero si uno teme que su idea fracase y se ve a sí mismo con 45 años y en el paro -sin cobertura-, ¿no es lógico que opte por una vía profesional menos emprendedora?
No hay una solución fácil, desde luego. Además, a la hora de determinar qué "colchón de seguridad" puede llegar a ofrecer la sociedad, hay que marcar unos límites claros para evitar abusos, que sin duda son un riesgo de tal sistema.