A mi no me convence del todo la idea de Negroponte y el MIT sobre el ordenador de 100 euros. Hay un debate interesante en el blog de Enrique Dans. También hay buenas aportaciones desde los blogs de PCActual.
La idea es a primera vista muy atractiva, ya que su objetivo es promover el desarrollo tecnológico y el conocimiento sobre el uso de estas herramientas entre los más desfavorecidos. Pero hay una serie de obstáculos que creo conveniente reseñar.
a) Corrupción. Como ha señalado algún comentarista en el debate, el proyecto debe contar con el apoyo y colaboración de muchos gobiernos. En muchos países con problemas de desarrollo la corrupción es un problema rampante. ¿No acabarán los ordenadores, inicialmente destinados a escuelas, en el mercado negro? ¿No acabará incrementándose el coste muy por encima de los 100 euros por unidad a causa de los obstáculos burocráticos, intereses particulares y dineros desviados de sus objetivos?
b) Limitaciones de conectividad. Pensar que en las escuelas de los países con problemas de desarrollo va a haber conexiones de banda ancha en un plazo de tiempo previsible es una ilusión. Incluso en países más avanzados, como Argentina o Brasil, el teléfono puede llegar a ser un lujo (en Argentina, por ejemplo, mucha gente no usa el teléfono de casa más que para recibir llamadas y cuentan con limitadores de gasto. Para conectarse a Internet, o para llamar por teléfono, van a un ciber -hay uno en cada esquina-).
c) Lo más importante: la irrupción masiva de ordenadores de bajo coste puede dañar seriamente los incipientes proyectos empresariales relacionados con las tecnologías que pueda haber en muchos países. ¿Qué ocurrirá con los proyectos para ensamblar y comercializar PCs que están arrancando en el tercer mundo? ¿Van a tener que competir con los ordenadores casi regalados que vienen de Occidente? ¿Dónde se van a fabricar estos ordenadores? Evidentemente en países con bajos costes productivos, pero para aprovechar las economías de escala su producción deberá estar centralizada en uno o dos puntos (China, por ejemplo). En algún sitio leí que había un proyecto para fabricar PCs en Etiopía (no puedo facilitar el enlace). Sería terrible que un proyecto así fracasase por la llegada masiva de ordenadores casi gratuitos.
Este tercer punto es el dilema al que nos debemos enfrentar en Occidente. La ayuda a los países en vías de desarrollo puede ser necesaria, sobre todo en casos de hambruna y crisis agudas. Pero también puede hacer daño. Un elemento para la reflexión: las donaciones de ropa ¿no dañan las industrias textiles locales?
Economistas africanos han solicitado repetidas veces que cesen las ayudas, puesto que están frenando o incluso impidiendo el desarrollo de las industrias tan necesarias para sus países, aniquilando los proyectos empresariales.
Mala cosa.
La idea es a primera vista muy atractiva, ya que su objetivo es promover el desarrollo tecnológico y el conocimiento sobre el uso de estas herramientas entre los más desfavorecidos. Pero hay una serie de obstáculos que creo conveniente reseñar.
a) Corrupción. Como ha señalado algún comentarista en el debate, el proyecto debe contar con el apoyo y colaboración de muchos gobiernos. En muchos países con problemas de desarrollo la corrupción es un problema rampante. ¿No acabarán los ordenadores, inicialmente destinados a escuelas, en el mercado negro? ¿No acabará incrementándose el coste muy por encima de los 100 euros por unidad a causa de los obstáculos burocráticos, intereses particulares y dineros desviados de sus objetivos?
b) Limitaciones de conectividad. Pensar que en las escuelas de los países con problemas de desarrollo va a haber conexiones de banda ancha en un plazo de tiempo previsible es una ilusión. Incluso en países más avanzados, como Argentina o Brasil, el teléfono puede llegar a ser un lujo (en Argentina, por ejemplo, mucha gente no usa el teléfono de casa más que para recibir llamadas y cuentan con limitadores de gasto. Para conectarse a Internet, o para llamar por teléfono, van a un ciber -hay uno en cada esquina-).
c) Lo más importante: la irrupción masiva de ordenadores de bajo coste puede dañar seriamente los incipientes proyectos empresariales relacionados con las tecnologías que pueda haber en muchos países. ¿Qué ocurrirá con los proyectos para ensamblar y comercializar PCs que están arrancando en el tercer mundo? ¿Van a tener que competir con los ordenadores casi regalados que vienen de Occidente? ¿Dónde se van a fabricar estos ordenadores? Evidentemente en países con bajos costes productivos, pero para aprovechar las economías de escala su producción deberá estar centralizada en uno o dos puntos (China, por ejemplo). En algún sitio leí que había un proyecto para fabricar PCs en Etiopía (no puedo facilitar el enlace). Sería terrible que un proyecto así fracasase por la llegada masiva de ordenadores casi gratuitos.
Este tercer punto es el dilema al que nos debemos enfrentar en Occidente. La ayuda a los países en vías de desarrollo puede ser necesaria, sobre todo en casos de hambruna y crisis agudas. Pero también puede hacer daño. Un elemento para la reflexión: las donaciones de ropa ¿no dañan las industrias textiles locales?
Economistas africanos han solicitado repetidas veces que cesen las ayudas, puesto que están frenando o incluso impidiendo el desarrollo de las industrias tan necesarias para sus países, aniquilando los proyectos empresariales.
Mala cosa.
Comentarios
Saludos
Seguiré las informaciones.